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el periodico de saltillo
Octubre 2014, edición #308


Mis sexenios (78)

 

José Guadalupe Robledo Guerrero.


La segunda etapa del sexenio enriquista...

A la mitad del sexenio, las fuerzas electore- ras se preparaban para otra elección, la de los diputados federales, evento que representa en nuestro estado el inicio de la carrera a la gubernatura. Por tal razón, para ese entonces, en Coahuila el futurismo estaba a todo lo que da.

Para empezar, al comienzo del cuarto año del sexenio enriquista (2003), para no dejar de mencionar a EMM, sus interesados fans lo candidateaban, en el Estado obviamente, como precandidato a la Presidencia de la República; y con posibilidades de sustituir a Enrique Martínez se apuntaban otra vez los mismos de siempre: “La Coneja” Alejandro Gutiérrrez Gutiérrez, Jesús María Ramón Valdés, Miguel Arizpe Jiménez, José María Fraustro Siller, Raúl Sifuentes Guerrero, y si sobrevivía a su conocida corrupción, Óscar Pimentel González.

Lo cierto era que tanto el secretario de Gobierno, Raúl Sifuentes como el subsecretario de Educación Pública federal, José María Fraustro estaban descartados. Ninguno de los dos llenaban el requisito que se acordó en la XIV Asamblea Nacional del PRI, que exige a los aspirantes a gobernador y Presidente de la República haber ocupado un cargo de elección popular.

La única cara nueva que mencionaban los futuristas para la gubernatura era Humberto Moreira Valdés, quien recientemente había ganado las elecciones para Presidente Municipal de Saltillo. En la alcaldía saltillense, Humberto Moreira conformó su equipo con los mismos que le ayudaron a Óscar Pimentel a realizar el saqueo en la alcaldía de Saltillo, mismos que ahora (en 2014) aun siguen en el gobierno estatal, pues son los cómplices ideales para cualquier gobernante sin escrúpulos: hacen todo lo que les ordena el jefe en turno, son obedientes y sumisos, pero también logran beneficios económicos con la corrupción. Algunos de estos funcionarios son: Ismael Ramos Flores, Jesús Ochoa Galindo (ambos salidos del Tecnológico de Monterrey), y otros iguales o peores.

Sin embargo, Humberto Moreira ya tenía en su haber político acusaciones de corrupción, desviación de recursos, y otras irregularidades cometidas tanto en el INEA como en la Secretaría de Educación Pública (Sepec), en donde también había recibido la dependencia de manos de Óscar Pimentel. Además, para ese entonces, sus amigos andaban desatados haciendo negocios en nombre del que denominaban: “Mi Jefe y Amigo”, algunos todavía hoy se dicen sus “amigos” y le llaman “Jefe”, aunque le hayan ayudado a su desprestigio, y se hayan enriquecido a su sombra con su anuencia u omisión.

Lo cierto es que muchos de los “amigos” de Humberto Moreira, la inmensa mayoría, se enriqueció a su sombra, y se colaron al siguiente sexenio, al de Rubén Moreira, y pese a su corrupto pasado se convirtieron en funcionarios de primer nivel. Esa es la desgracia de Coahuila, pues estos personajes (hombres y mujeres) además de ladrones, son incapaces e ignorantes.

Pero Humberto Moreira tenía sus propios seguidores a los que habilitó como funcionarios públicos, uno de ellos: Rubén Téllez Rodríguez, quien como director de “comunicación social”, se dedicaba a filtrar chismes en contra de sus aborrecidos (funcionarios, políticos y periodistas), se dedicaba a la intriga palaciega a pesar de que no tenía calidad moral para hacerlo, pues era uno de los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública (de la gestión moreirista) que estaba siendo investigado por la Contraloría General del Estado, por los gastos excesivos que realizó, sin la comprobación correspondiente.

Otro de los investigados del equipo de Humberto Moreira en la Sepec, fue Desiderio Nájera Zamarrón, ex Coordinador Administrativo de la Sepec, al que nombró en la Presidencia Municipal de Saltillo, director Administrativo del DIF.

Por su parte, Rubén Téllez había sido señalado por reporteros y columnistas como “ordeñador de los cocos”. Según decían los sabedores del asunto, Rubén en la Sepec se dedicó a sustraer dinero de los sobres de embutes (dádivas) para los comunicadores.

En la edición de mayo de 2003, mi compañe- ro y amigo Arturo Rodríguez García (hoy reportero de la revista Proceso) escribió un artículo para El Periódico... titulado “El gran defecto de Humberto” en el que señalaba, a propósito de la conformación de su equipo de gobierno municipal: “Los agentes nocivos para su gobierno, curiosa- mente son los más notorios ante la opinión pública. Personajes como Seguismundo Doguin (el de los antecedentes en el sistema carcelario capitalino); Rubén Téllez (el nuevo rico, orquestador de las represalias a los periodistas críticos y de las intrigas entre funcionarios); Francisco Tobías (el fatuo y prepotente secretario particular); Enriqueta de Alba (la intrascendente secretaria del ayuntamiento) son la gente cercana al moreirismo”.

“A ellos habrá que sumar a la herencia pimentelista personificada en Jericó Abramo Masso, Jorge Torres López y José Vega Bautista, además de los regidores, que a cinco meses de gobierno ya han hecho de las suyas en contra de la ciudadanía como Agustín Ramos Arizpe y Jesús Figueroa (responsables de legitimar las decisiones de los concesionarios del transporte urbano); Sergio Reséndiz Boone, especialista en despres- tigiar opositores antes de alcanzar consensos, junto al resto de los centaveros levantadedos”.

“La policía municipal perpetró una represión contra un grupo de jóvenes manifestantes. El conflicto lo hizo Rubén Téllez, quien hizo circular la versión que los manifestantes querían 40 mil pesos, lo cual de ser cierto, no justifica la violencia contra un grupo de jóvenes de modesto origen”.

“Raúl Hernández Carrillo, uno de los perio- distas que anticiparon la posibilidad de que las cosas salieran mal, debido a la falta de habilidad de la secretaria del ayuntamiento, Enriqueta de Alba, para lidiar con los manifestantes que se pronunciaban en contra del alza a las tarifas del transporte, fue censurado y perdió su espacio periodístico por los oficios de Rubén Téllez”.

“Pero el mayor daño que le han provocado a Humberto Moreira algunos de sus cortesanos, es andar haciéndole campaña, con o sin autori- zación del alcalde, para la gubernatura, cuando apenas ha iniciado su gestión municipal”.

“A esos ‘moreiristas’ se debe la andanada de críticas que Humberto ha recibido a últimas fechas... Lo cierto, es que los principales enemigos los tiene Humberto en su equipo...”.

Hasta aquí Arturo Rodríguez. Después de tantos errores Rubén Téllez fue retirado de su car- go pero a pesar de sus graves errores, Humberto nunca lo dejó sin sueldo... hasta la fecha. Un año después renunciaría Enriqueta de Alba.

Días después del escrito de Arturo Rodrí- guez, concretamente el 10 de junio de 2003, los incapaces e intrigosos funcionarios que denunció Arturo en su artículo, ordenaron que no se permi- tiera la distribución de El Periódico... en las oficinas públicas de la comandancia de la Policía Municipal al mando de Seguismundo Doguin, en está ilegal acción participaron también el director de “comunicación social”, Rubén Téllez y la secretaria del ayuntamiento, Enriqueta de Alba, quien se molestó con el artículo de Arturo Rodríguez, porque la había calificado de “intrascendente”, ese fue el reclamo que hizo cuando le notificaron la ilegalidad del director de la policía municipal.

Esta agresión contra la libertad de expresión, y el nulo interés de la funcionaria por resolverlo, motivó que publicara una carta abierta al alcalde Humberto Moreira, donde denunciaba a sus tres funcionarios. Incluso le informé en dicha carta que Enriqueta de Alba ya tenía mucha experiencia en este tipo de asuntos. Óscar Villegas Rico la utilizaba para que fuera a gritar al Sol del Norte porque criticaba a su jefe, el Rector de la UAC.

Nada hizo Humberto Moreira por corregir la ilegalidad, ni siquiera les llamó la atención, pues siguieron con su actitud prepotente, y allí empezó mi pleito con Humberto, que desde Presidente Municipal permitió que su equipo de corruptos funcionarios hicieran lo que quisieran, y cuando arribó a la gubernatura, dos años y medio después, dejó que todos sus funcionarios, sin excepción, robaran los dineros de los coahuilenses. Por tal razón, Coahuila se encuentra en crisis económica, algunos dicen que en quiebra, y los funcionarios moreiristas siguen en las mismas, pues casi todos sobrevivieron al repudio ciudadano y continuaron ocupando puestos de primer nivel con las mismas mañas.

Cuando gobernó Coahuila, Humberto Moreira perdió toda proporción, e igual que todos los gobernantes se convirtió en un político sordo, ciego y paralítico. Ni oia, ni veía, ni hacía nada por corregir. Se dejó cercar por los cortesanos que nunca le informaban objetivamente y que le decían -como a todos-: “Eres el más chingón gobernador del mundo, vas que corres para la Presidencia de la República”. ¡Pobre Coahuila!

Pero en el gobierno enriquista, los funcio- narios no cantaban mal las rancheras, uno de ellos, Santiago Elías Castro, Procurador Social del gobierno estatal, en un día de abril de 2003, “agarró la jarra” y extendió el horario de cierre del restaurante-bar “Brisket” hasta las cinco de la mañana, con el fin de no interrumpir su placentera borrachera.

Y para hacerse simpático a los parroquianos, les invitó tragos, arguyendo que eran pagados por el gobernador. Pero a pesar de la generosidad (con dinero de los coahuilenses) del funcionario estatal, los presentes lo abuchearon, y entre risas decían estarse “chupando” los impuestos de Coahuila. Pero no era el primer “changuito” que protagonizaba Santiago Elías Castro.

Acerca de los precandidatos a la guberna- tura, en ese tiempo mi compañero y amigo Jorge Arturo Estrada García que en ese entonces escribía con el seudónimo de José Armando Esquivel Garza, escribió para El Periódico... un artículo en donde brevemente analizaba la conducta electoral de los aspirantes:

“Humberto Moreira gasta suela y dinero. Expresa que la contienda será abierta y que él se prepara para, con el apoyo del magisterio y la estructura del PRI, imponerse y ser nominado candidato a la gubernatura de Coahuila por el PRI”.

“Óscar Pimentel, suda la gota gorda. Tiene que vencer a Manuel López Villarreal. Óscar sabe que se está jugando su futuro político y así lo expresa. Trabaja intensamente y busca no romper con EMM, pero ya hace sus amarres con los marginados del martinismo”.

“Alejandro Gutiérrez es el más activo. Cuenta con la anuencia del gobernador para su activismo. Él busca empatar su proyecto con el de Enrique Martínez, como vía para llegar”.

“José María Fraustro ha quedado como figura para el engaño. Aparece en todas las listas. Pero esta impedido por los candados priistas, y no tiene base social ni mayor peso político. Será un alfil en el juego del gobernador”.

“Miguel Arizpe no se decide. Claro que quiere ser gobernador, pero la busca a su modo. Se hace presente cuando es requerido, pero no se aparta de su estilo. Consciente de su perfil y el peso de su posición, apellido y trayectoria, su apuesta está en el destino. Prefiere esperar”.

Hasta aquí Jorge Arturo.

Por su parte, Vicente Fox, diariamente nos avergonzaba con sus pendejadas, y miembros de su “gabinetazo” nos hacían reir o llorar cada día con sus ocurrencias estúpidas, como aquello que por esos días dijo Fernando Canales Clariond, secretario de Economía: “Para que los campesinos mexicanos resuelvan sus problemas, deben convertirse en empresarios”. ¡Qué poca madre!

Otra de esa perlas de la estulticia, es aquella que declaró el gobernador panista de Morelos, Sergio Estrada Cajigal, para minimizar los secuestros que se cometieron en su Estado: “Afortunadamente los dos secuestros que tuvimos no fueron de empresarios, ni de personas productivas, sino de gente común”.

El único comentario que cabe, es que el estado de Morelos aún sigue en manos del crimen organizado, cuya presencia ha perdurado, debido a este tipo de gobernantes que son corruptos o protectores del crimen organizado, o son incapaces o ignorantes, o simplemente pendejos, o todo junto y al mismo tiempo.

Por esas fechas se escribieron dos libros, ambos fueron escritos sobre la vida pública y privada de Marta Sahagún de Fox, esa frívola mujer que desde el principio del sexenio foxista había acaparado la atención, gracias a la ignorancia, despolitización, y morbosidad de los mexicanos.

Tanto “La Jefa” de Olga Wornat como “Marta” de Rafael Loret de Mola, confirman los chismes sobre la “pareja presidencial”, y profun- dizan sobre la vida promiscua, infiel y ambiciosa de las mujeres de Vicente Fox, que para verguenza nuestra fue Presidente de México.
Estos libros también cuentan sobre lo que ya se rumoraba: El despilfarro de nuevos ricos de los “hijitos presidenciales”. Sin embargo, los libros le dieron un nuevo enfoque al chisme de que el Presidente Fox era homosexual, ahora se daba una nueva versión en cada uno de los libros:

En “Marta” se fundamenta con testimonios escritos y verbales, que Fox es impotente, debido a una patada que le dio un caballo cuando tenía 37 años de edad. Por su parte, “La Jefa” recoge el testimonio de algunos de los “amigos de Fox”, entre ellos Lino Korrodi, que afirman que al Presidente Fox no le interesan las mujeres, porque es muy tímido, tiene baja estima y no es mujeriego. ¿Será por eso, o porque no le gustan?

Ambos libros dejan claro que la asociación matrimonial de la “pareja presidencial” es un acuerdo político. Sobre el ex secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda Gutman, se cuentan sus desavenencias con Martita de Fox, y se reitera su ambición de llegar a la Presidencia de la República con el apoyo del Presidente Fox.

Lo que dejan claro estos libros, es que no hay duda que tuvimos un Presidente mandilón, ignorante, incapaz (tanto sexual como política- mente), corrupto, cínico y esquizofrénico; y una “primera dama” frívola, ambiciosa, inmoral e infiel.
(Continuará).

Segunda etapa del sexenio enriquista...

 

 
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